Post Tenebras Lux. Después de las tinieblas, la luz.

Todos hemos escuchado sobre esas relaciones sin ataduras, son casi como una leyenda urbana que circula de boca en boca, despertando nuestra curiosidad. Porque al final del día, cuando estas acostada en tu cama a punto de quedarte dormida, de la nada te llega la pregunta ¿Podría tener una relación abierta? ¿Un amigo con derechos?

Todos sabemos que la sociedad prohíbe y crea leyes pero eso no resuelve el problema o la curiosidad.

Hasta hace pocos años, las mujeres queríamos amor, ellos, sexo. Nosotras nos involucrábamos en cuerpo y alma en las relaciones; ellos, no. Afortunadamente todo cambio.

Entre reuniones de amigas el tema es mucho más común y los prejuicios se fueron alejando, nos encontramos con el placer y redescubrimos nuestro cuerpo.

La revolución de las costumbres transformó uno a uno los conceptos con los que veníamos jugando y aprendimos a sobrellevar la soltería.

 Desde la sociedad machista y de pensamiento retrograda, hasta hoy en día, todo había cambiado. Debíamos salir (por cuestiones obvias), a este nuevo mundo trastocado, ágil y dinámico, ese mundo que sacude cada musculo de tu cuerpo y te convierte en alguien tonificado. Y en ese mundo cambiante, vibrante, y diferente, es donde entran los amigos con derecho a roce.

Los amigos con derecho a roce no deben ser tomados muy livianamente porque antes que nada son amigos, y se debe corresponder a todas las necesidades que la amistad conlleva. Como toda relación y sobre todo sexual debe haber respeto mutuo y honestidad.

Si bien parecen ser relaciones simples, vividas en y con absoluta libertad, en realidad son un sinónimo de complejidad, ya que casi siempre una de las partes es la que termina mezclando sentimientos y en la mayoría de los casos, somos las mujeres quienes terminamos enamorándonos.

Esto ocurre porque nuestra mente sigue en el tiempo de las cavernas, cuando las víboras y las arañas eran letales. Lo mismo ocurre con la necesidad que siente el hombre de tener muchas mujeres.

En aquellos tiempos él se iba de caería y la naturaleza le enseño que la preservación de la especie es una prioridad, necesitaba embarazar al máximo número de mujeres posible.

Y claro, que las mujeres también pensaban en preservar la especie, pero mientras que para el hombre ese compromiso con la especie dura como máximo once minutos, para la mujer cada hijo significa por lo menos nueve meses de gestación. Además de tener que cuidarlo, alimentarlo y protegerlo de los peligros. Entonces su instinto se fue desarrollando de otra forma. El afecto y el autocontrol se volvieron más importantes.

Será ¿Miedo al compromiso? ¿Egoísmo? ¿ la búsqueda de una eterna adolescencia donde el futuro de a dos se ve como algo lejano? ¿O manotazo de ahogado frente a la negativa masculina de formar pareja? Tal vez las mujeres en mayor medida, somos las más ilusas por vivir una buena historia amorosa, tal vez caiga en esos lugres comunes y sea banalmente eterna.

Pero llegar a eso puede costarnos gran parte de nuestra vida, y muchas nos estamos dispuestas a arriesgarnos.

Son amigos especiales. A ellos nos une no sólo el amor sino también el sexo, son relaciones con códigos, maduras y adultas; pero también son relaciones que nos alejan del compromiso formal y de los proyectos compartidos.

Ellos entran en una categoría especial. No son nuestros novios, ni nuestros amantes, son parte de una relación en la que abundan la exploración, las búsquedas y el sexo. Esto es el resultado del cambio que vivimos las mujeres, con ellos todo vale excepto enamorarse.

¿Te animas a una relación abierta? ¿Cuáles serían los límites de tolerancia? Si estás convencida de que quieres este tipo de relación, perfecto, sigue adelante, pero no olvides que cada relación es única y que no siempre los estándares de la sociedad se acomodan a todos.

Solo disfruten y sean felices.